ANTONIO SALAZAR. Conocido como ?el príncipe de los caricaturistas?, fue un ilustrador, caricaturista y diplomático cuya obra alcanzó reconocimiento en la primera mitad del siglo XX. Nació en Santa Tecla, El Salvador, en junio de 1897, sus primeros estudios los realizó al abrigo del obispo de San Salvador, monseñor Adolfo Pérez y Aguilar, primo de su madre, quien lo protegió a la muerte de sus padres.
Desde joven impresionó a la intelectualidad salvadoreña con sus creaciones y amigos relacionados en las esferas gubernamentales le consiguieron una beca para estudiar en México, país al que llegó en 1920. Ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en donde los elementos básicos del arte precortesiano y el cubismo francés influyeron en su obra.
Después de colaborar como caricaturista en los periódicos ?El Universal?, ?La Falange?, ?Zig-Zag? y ?El Heraldo?, se trasladó en 1923 a París en donde se incorporó a los artistas y bohemios que acostumbraban relacionarse e intercambiar impresiones en el bulevard de Montparnasse. Su pluma retrató a los protagonistas de esos años, entre ellos James Joyce y Picasso.
En 1935 se trasladó a Buenos Aires para trabajar en el periódico ?La Razón? y otras publicaciones como ?Caras y Caretas? y ?Saber Vivir?. Realizó también ilustraciones para algunas obras clásicas como Ali Babá y los cuarenta ladrones. Con motivo de los acontecimientos generados por la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, un grupo de orientación socialista en Buenos Aires fundó el semanario ?Argentina Libre? en el cual Salazar publicó caricaturas satíricas contra Hitler, Franco, Mussolini y Perón.
Sus dibujos de corte político le provocaron la salida de Argentina, exiliado en Uruguay recibió firmas de solidaridad por parte de Rafael Alberti, Margarita Xirgu, Jorge Luis Borges, Pedro Henríquez Ureña y Atahualpa Yupanqui.
En 1950 logró el cargo de cónsul de El Salvador en Uruguay y tres años después regresó a su patria después de treinta años de ausencia. En 1978 recibió el premio Nacional de Cultura. Aquejado de la enfermedad de Párkinson, falleció en diciembre de 1986. Sus dibujos aparecieron en manteles, pedazos de papel y sobres arrugados.
ANTONIO SALAZAR. Conocido como ?el príncipe de los caricaturistas?, fue un ilustrador, caricaturista y diplomático cuya obra alcanzó reconocimiento en la primera mitad del siglo XX. Nació en Santa Tecla, El Salvador, en junio de 1897, sus primeros estudios los realizó al abrigo del obispo de San Salvador, monseñor Adolfo Pérez y Aguilar, primo de su madre, quien lo protegió a la muerte de sus padres.
Desde joven impresionó a la intelectualidad salvadoreña con sus creaciones y amigos relacionados en las esferas gubernamentales le consiguieron una beca para estudiar en México, país al que llegó en 1920. Ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en donde los elementos básicos del arte precortesiano y el cubismo francés influyeron en su obra.
Después de colaborar como caricaturista en los periódicos ?El Universal?, ?La Falange?, ?Zig-Zag? y ?El Heraldo?, se trasladó en 1923 a París en donde se incorporó a los artistas y bohemios que acostumbraban relacionarse e intercambiar impresiones en el bulevard de Montparnasse. Su pluma retrató a los protagonistas de esos años, entre ellos James Joyce y Picasso.
En 1935 se trasladó a Buenos Aires para trabajar en el periódico ?La Razón? y otras publicaciones como ?Caras y Caretas? y ?Saber Vivir?. Realizó también ilustraciones para algunas obras clásicas como Ali Babá y los cuarenta ladrones. Con motivo de los acontecimientos generados por la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, un grupo de orientación socialista en Buenos Aires fundó el semanario ?Argentina Libre? en el cual Salazar publicó caricaturas satíricas contra Hitler, Franco, Mussolini y Perón.
Sus dibujos de corte político le provocaron la salida de Argentina, exiliado en Uruguay recibió firmas de solidaridad por parte de Rafael Alberti, Margarita Xirgu, Jorge Luis Borges, Pedro Henríquez Ureña y Atahualpa Yupanqui.
En 1950 logró el cargo de cónsul de El Salvador en Uruguay y tres años después regresó a su patria después de treinta años de ausencia. En 1978 recibió el premio Nacional de Cultura. Aquejado de la enfermedad de Párkinson, falleció en diciembre de 1986. Sus dibujos aparecieron en manteles, pedazos de papel y sobres arrugados.