ENTREVISTA CON ROBERTO AGRAMONTE
Diálogo con ROBERTO DANIEL AGRAMONTE Y PICHARDO ¿Es que ha llegado la hora de los hombres de estudio al frente de los problemas nacionales?
-Plenamente de acuerdo con usted- me dice Roberto Agramonte, universitario cubano de cultura integral, nuevo embajador de su patria en México, durante la conversación que le promuevo al llegar a la Ciudad de México, en donde tiene viejos amigos y aulas ávidas de escucharle.
-Pero los hombres de estudio -me dice- que asuman la responsabilidad de afrontar los problemas nacionales no han de ser meramente hombres de estudio; han de ser, además, hombres que conozcan patentemente a su país, su historia, su problemática. Para que con claridad de visión, sentido humano de las cuestiones, eficiencia y rectitud moral se entreguen abnegadamente, en cuerpo y alma, a la empresa de fomentar el bien general.
En este diálogo he querido reconcentrar muchas de las preguntas que desde hace algún tiempo economizo para conocer un poco más del pensamiento de este maestro que está identificado a las inquietudes de nuestro tiempo y que analiza con fervor de hombre de América el panorama político y social de nuestro tiempo. He seguido la trayectoria de sus ideas a través de sus libros y de sus ensayos y conferencias. Unas veces en Guatemala o en Cuba; las otras aquí, en sus viajes a esta tierra que le han permitido captar la fisonomía del mexicano en función espiritual, en trance de obra propia.
Volvemos a encontrarnos como amigos que han seguido escuchándose y que deseaban el acercamiento del diálogo. Para la revista Universidad de México es un claro privilegio iniciar con él la serie de conversaciones que, por mi medio, ha sostenido con otros pensadores de nuestra América.
Mi primera pregunta tenía que ser en torno a la Universidad de La Habana, en la que es uno de los catedráticos que gozan de reputación envidiable, por su austeridad en el estudio y su heroica busca del pensamiento cubano más allá de las resonancias pasajeras.
-Uno de nuestros empeños mayores es el de completar la Ciudad Universitaria en su aspecto físico. Nuestra Universidad siempre se ha preocupado de modo vital en el mejoramiento de la vida cubana y ha suministrado sus técnicos a la nación en las diversas especialidades. Desde el punto de vista intelectual la Universidad de La Habana mejora continuamente en la medida de sus posibilidades, sus cátedras, y crea aquellas enseñanzas requeridas por el adelanto de la ciencia. Se cultivan las humanidades, se dotan sus laboratorios, se fomenta el intercambio de profesores con otras universidades, se recogen las palpitaciones del pensamiento filosófico político que forjó la nacionalidad, después de una lucha que duró todo el siglo XIX.
Y luego, a instancias mías, enumera las trece facultades que integran aquella Universidad: Filosofía, Educación, Ciencias Puras, Ciencias Sociales, Ciencias Comerciales, Medicina, Derecho, Farmacia, Odontología, Veterinaria, Agronomía, Ingeniería y Arquitectura.
-Esta última es nueva, -me aclara- y está unida por ahora a la de Ingeniería.
¿Tiene institutos como la Nacional de México?
-No los hay, pero sí cuenta con escuelas anexas: la de Asistencia Social, por ejemplo. Y es que en cada Facultad funcionan los investigadores, trabajan los laboratorios. Se va a fundar el Institutos de Idiomas y tiene mucho que hacer el Seminario Martiano.
¿Y la cátedra de filosofía?
-Se da preferencia en ella al estudio de la fenomenología, la Filosofía de valores, la Filosofía de la vida. Contamos con la Revista Cubana de Filosofía, que dirige Rafael García Bárcena, catedrático titular de Psicología.
¿Sigue usted siendo el titular de Sociología general?
-Y también de Filosofía Moral.
¿Qué libro está preparando?
-Después de mi Introducción a la Filosofía que escribí para servicio de los institutos pre-universitarios, he comenzado a preparar la Historía de la Filosofía en Cuba. Mi propósito es presentar un panorama de ideas en que sobresalgan Caballero, Valero, Luz y Caballero, José Zacarías y Manuel del Valle. Luego estudiaré la etapa del positivismo en que sobresale Andrés Poey, que publicó dos libros en francés: Le Positivisme y Comte y Littré. Poey conoció a Comte.
¡Así como el mexicano Barreda!
-Y debo agregar que vino a México formando parte de la Comisión Científica Francesa, me parece que hacía 1875. Como era apasionado por los estudios meteorologícos , hizo en este país más de 2000 observaciones.
¿Y después del positivismo?
-Tuvimos en Cuba el Krausismo. Teófilo Martínez Escobar lo enseñó, pero con Enrique José Varona, llego el evolucionismo. Varona revolucionó la enseñanza de la filosofía en nuestro país, desde que dio sus famosas conferencias filosóficas hasta que planteó su experiencia de la vida en su libro Con el eslabón. Será siempre memorable su discurso "La Metafísica en la Universidad de la Habana".
¿No ha habido neo-kantianos?
-Más bien hemos tenido anti-kantistas. Nuestro filósofo Varela publicó en inglés un estudio anti-kantista. El segundo fue Don José de la Luz y Caballero, el maestro insigne; éste decía que adoraba a Alemania; pero que esa filosofía no tenía funcionalidad para Cuba, y lo declaró paladinamente. Luz y Caballero veia con simpatía el pensamiento de Krause. Por cierto que José del Perojo, un cubano que pasó gran parte de su vida en España, hizo más tarde el paralelo entre Luz y Caballero y Sanz del Rio, cuyas filosofías eran distintas.
¿Y el estudio de Bergson?
-Nunca olvidaremos la conferencia que sobre él nos dio Antonio Caso, a su paso para Sudamérica.
He leído que ha dejado usted lista para las prensas la compilación de las obras de Luz y Caballero.
-Es así. Ya era tiempo de que rindiéramos homenaje a este cubano de personalidad tan vigorosa. Es una de las vidas más interesantes de las que podemos enorgullecernos. No sólo en Cuba, también en América. Fue un auténtico maestro. Se trasladó a Europa. Estudió el sistema del pedagogo Wood, en Inglaterra, y trató de implantar en Cuba lo que allá vio. Asimiló muy bien el empirismo inglés; una forma de hacer accesible a la mentalidad cubana los problemas concretos. Conoció a Goethe y en uno de sus escritos habla de la coronación de éste. Hizo la traducción de parte de la obra de Schiller, pero no le dio el último toque. Entre sus papeles he hallado manuscrita esta traducción y confrontado, para que forme parte del volumen Escritos literarios.
¿Cuándo estará lista la edición de esta obra?
-Se han publicado ya tres volúmenes; uno de ellos da detalles sobre la famosa polémica filosófica en que se realizó el hecho extraordinario de que los maestros de Filosofía llevaran al periódico la discusión de problemas filosóficos.
¿Cuál era el periódico?
-El Diario de La Habana. En esa polémica, uno de ellos abordó la cuestión de método. Esto envolvía un problema moderno, el planteado por Dilthey (es decir, si el estudio de las ciencias de la naturaleza debería de preceder a las del espíritu). Aquella polémica duró más de dos años. Y hubo también otra, en torno del eclecticismo, el de Cousin. Fue entonces cuando Luz y Caballero escribió una famosa impugnación a las doctrinas de Cousin, porque se inclinaba a las de Locke. La labor máxima de Luz y Caballero fue la de educador. Ahí está su libro Aforismos.
¿Pretendía Luz y Caballero hacer una filosofía cubana?
-Era lo que realmente deseaba. Es uno de los precursores de la filosofía autóctona en América. Según él, más que eruditos, queremos hombres que estudien los problemas vitales del país. Luz y Caballero planteó todos los grandes temas de la Filosofía. Era un espíritu profundamente religioso. Continuó los estudios de su tío José Agustín Caballero; su tío materno, profesor del Seminario de San Carlos, el precursor de la lucha anti-esclavista, que por otra parte, era un prosista purísimo, un gran orador. Su discurso a la llegada de los restos de Colon desde Santo Domingo a La Habana, es todo un acontecimiento. Fue el introductor de la Filosofía experimental y del método cartesiano.
Lo que quiere decir que hay que vincularlo en la historia de las ideas en América a Liendo de Goicoechea y a quienes como éste renovaron en la catedral los estudios filosóficos: Clavijero y Benito Díaz de Gamarra, entre otros.
-Insisto en que no hay que perder de vista que Luz y Caballero predijo las posibilidades de una Filosofía americana, que es uno de los temas universitarios de nuestro tiempo.
¿Y cómo están organizando los estudios de Sociología en la Universidad de La Habana?
-Hay una cátedra de Sociología Cubana, que explica el doctor Elías Entralgo, y que es obligatoria para los estudiantes de Derecho y de Filosofía y Letras. Hay otra de Filosofía Pedagógica, en la Escuela de Educación; y otra de Sociología general, que sirve a los alumnos de Filosofía y Letras, Ciencias Sociales y Ciencias Comerciales.
Nos llama mucho la atención la obra editorial que ustedes van realizando.
-Algo se realiza desde hace algún tiempo. En primer lugar la revista Universidad de La Habana; en segundo, el Boletín Universitario, que da a conocer las disposiciones y los acuerdos de los organismos universitarios; sale cada 15 días. También se editan varios libros de texto; hay una revista del Instituto de Medicina Tropical y otras publicaciones de diversa índole; entre ellas la que ha dado a conocer todo lo relativo a la obra de Finlay, y que ya no deja lugar a dudas respecto a su paternidad sobre el descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla. De este libro se ha hecho también una edición en inglés. Otro ha sido un libro de Juan Montalvo, El Libro de las pasiones, y hace poco que se editó la Historia de las Ciencias Geodésicas.
Conozco el primer volumen de ese libro y ofrece un interés extraordinario a quienes nos seduce el estudio de la historia de la ciencia.
-En cuanto a la "Biblioteca de Autores Cubanos", y del que han aparecido ya once tomos. Contamos ya con una buena Imprenta Universitaria, que trata de estimular la producción didáctica de los maestros y la publicación de aquellas obras científicas que los autores, por sí, no pueden costear pero que redundan en una intensificación de la conciencia científica.
Según usted ¿quiénes son los dos o tres más grandes universitarios que ha producido, desde su fundación, la Universidad de La Habana?
-José Agustín Caballero, presbítero, formador de una generación de cubanos; Luz y Caballero, educador y filósofo; y Carlos Finlay, que salvó a la América del terrible azote de la fiebre amarilla al descubrir el agente microbiológico transmisor. A todos podemos considerarlos como genuinos universitarios.
Se ha hablado mucho de la Universidad política y de la Universidad apolítica, a pesar de que, viéndolo bien -advierto a mi ilustre interlocutor-, todas las universidades siempre han tenido un programa político? ¿Cree usted que el estudiante debe tomar participación en el gobierno de la Universidad?
-En nuestra Universidad el estudiante, representado por la Federación Estudiantil Universitaria, tiene voz informativa ante el Consejo Universitario y ante los Claustros de Facultad. Toda demanda justa del alumnado es atendida por dicho organismo. El entendimiento entre profesores y alumnos es cosa fácil cuando las cuestiones están planteadas con el deseo de servir al fin superior de la grandeza de la institución.
Y ampliando su pensamiento, Agramonte agrega:
-Entre la Universidad de la Habana y el pueblo cubano ha existido y existe una relación estrechísima. De las tesis liberales de nuestros universitarios nació la doctrina de nuestra liberación. Maestros y estudiantes cubanos han ofrendado su vida en aras de la libertad.
Respecto a la tentativa que se ha hecho para fundar la Universidad de América, ¿qué me cuenta usted?
-Las universidades hispanoamericanas tienen análogo perfil. La realización de ese proyecto, que nobles espíritus universitarios anhelan llevar adelante, dándole una sede rotatoria, crearía una institución que intensificaría la conciencia continental, una e indivisible. Tenemos una misma historia, análogas etapas de desarrollo histórico, el mismo lenguaje, análogos problemas.
¿Podría entonces decirse que en la obra de la unidad americana las universidades tienen una misión común?
-La unidad americana, soñada por Bolívar, por Montalvo y por Martí, es un proceso en realización, que ha de irse plasmando no sólo por medio de una intensificación de las relaciones económicas interamericanas, sino, y por sobre todo, de las relaciones culturales, porque "cuando se tiene el espíritu, todo lo demás viene por añadidura". Una mayor y continua comprensión entre nuestros países, es la base de nuestra integración histórica. Superación de todas las barreras nacionales estrechas, congresos interamericanos de ciencia, de arte, de técnica, de cultura.
¿Podría decirse que las universidades tienen en la postguerra alguna misión especial, fuera de su papel de orientadoras de la cultura?
-Además de orientadoras de la cultura, las universidades modernas deben cooperar por medio de sus técnicos, en el encausamiento de la vida nacional. Este aporte universitario suele ser de inestimable valor. Por otra parte, deben las universidades ejercer, en el plano más alto, la misión formativa de la juventud, sabia y nervio de la nación.
¿Y el intercambio de profesores en aquella Universidad?
-Lo tenemos permanente con Puerto Rico. Es un intercambio paritario. Nuestra Escuela de Verano está funcionando muy bien. En su organización, durante los primeros dos años, tomé parte muy activa. En este año hemos tenido el gusto de contar con la presencia de dos catedráticos mexicanos: Andrés Iduarte y José María de los Reyes.
Tengo curiosidad de saber algo sobre los medios económicos que apoyan a la Universidad de La Habana.
-Cuenta con el dos y un cuarto por ciento del presupuesto del Estado; es decir 2,000,000 de dólares, más lo que produce la matrícula.
¿Y puede recibir donativos?
-Pero con la aprobación del Consejo Universitario. Hasta el momento no tengo noticias de que alguien le haya hecho algún donativo.
¿Y los sueldos de los catedráticos?
-El promedio es el siguiente: los titulares tienen 350 dólares mensuales por clases alternas y reciben 60 dólares más por una segunda cátedra: los auxiliares perciben 250 y los agregados 175. Naturalmente que se les obliga a presentar cada cinco años una memoria detallada de la labor docente y también de la que han realizado dentro de la extensión universitaria. El Consejo Universitario tiene un criterio muy amplio, pues no pone restricciones al maestro que desea ausentarse al extranjero para seguir algunos estudios. Gran parte de los maestros son designados por oposición.
De seguro que usted, como buen universitario, proyecta ahora como embajador llevar adelante algún plan que beneficie a los dos países.
-Se puede creer así, considerando el hecho de que durante más de 15 años he dirigido el Departamento de Intercambio Cultural de la Universidad de La Habana. Haré todo lo que esté más a mi alcance para el intercambio de profesores, de libros, de ideas y lo veo muy factible, si se toma en cuenta la similitud de nuestras organizaciones culturales.
Al llegar aquí se suspende la conversación, a pesar de que varios temas estaban temblando en el aire: la Feria Mexicana del Libro que se efectuó en La Habana, en este año; el próximo Congreso de Universidades, la nueva reunión del Instituto de Literatura Iberoamericana, que en La Habana se efectuará. Lo dicho ha bastado para poner punto final a una charla tan sustanciosa, de la que pueden derivarse nuevas expresiones de la inquietud que hace vibrar las mentes de esta América que ha salido definitivamente al encuentro de la esperanza y la expresión de su mensaje.
Entrevista original, Fondo Rafael Heliodoro Valle, ERHE Expediente 179, 1942.