JOAQUIN PÉREZ, MONJE ALFEREZ
Diálogo con JOSÉ JOAQUÍN PÉREZ BUDAR En este año del Señor se han sosegado dos temperamentos inquietos y pintorescos que tuvieron conflictos con las autoridades eclesiásticas: Don José Joaquín Terrazas y Don Jorge Joaquín Pérez. De los dos el segundo llamado Patriarca de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, merecerá un capítulo aparte por sus hazañas, que dieron motivo a que un fino humorista que anda por allí lo llamara "el Monje Alférez".
He hablado con una persona que fue jefe inmediato del Patriarca Pérez, cuando era capellán coadjutor del Altar del Perdón en la Catedral Metropolitana, y me ha contado que era un hombre afable, insinuante, muy leído y, sobre todo, muy reservado.
-Antes de estar bajo mis órdenes -me ha dicho- el padre Pérez se había reconciliado con la Iglesia Católica Apostólica Romana después de una apostasía que tuvo: la de estar al servicio de la iglesia protestante que había en las calles de Gante. Parecía definitivamente arrepentido. Y la verdad es que todavía el 9 febrero 1925, la víspera de su "albazo" en el templo de La Soledad, se me presentó para decirme: "Vengo a decirle adiós porque tienen que operarme la hernia estrangulada". A lo que le respondí mientras me besaba las manos: "No tenga cuidado, que cuando vuelva seguirá diciendo su misa de 12".
Terció en nuestra charla, un monseñor que, al igual que mi entrevistado se confesó muchas veces con el Padre Pérez.
-Les contaré algo que puede interesarles: días antes del escándalo en La Soledad, el señor Pérez me llamo en tono misterioso para pulsar mi ánimo, sin atreverse a hacer la confidencia y me dijo: "Tengo que hablar con usted de algo muy importante; verá usted; ya verá usted de qué se trata. Pero no es tiempo aún". Yo creí que lo que él quería era que me lo llevara a mi parroquia de Orizaba y así se lo prometí, sin imaginarme, ni por broma, que algo sensacional estaba planeando.
PÉREZ SOÑABA SER ARZOBISPO
Prosigue mi primer interlocutor: -Una de las actitudes del Padre Pérez, que me causaron extrañeza, días antes de su "albazo", fue la continua conversación que sostenía con gentes de dudosa apariencia y hube de rogarle que no siguiera recibiéndolas, porque el confesionario no era para eso. A lo que él me respondió con calma sumisa: "Son unos personajes cuya amistad conviene cultivar porque más tarde nos pueden ser útiles". Entre esos "personajes" recuerdo haber visto a un licenciado de apariencia monstruosa, que todavía anda por allí. Me figuro que ese licenciado fue uno de los que le metió en el seso al Padre Pérez la funesta idea de?
¿De qué?
-La idea funesta de que llegaría a ser el amo y señor de la Catedral Metropolitana. Pues ha de saber usted que contaba, a lo que parece, con que al insubordinarse lo seguirían muchos sacerdotes. Pero ¡qué equivocación!
¿Y el padre Monge?
-El padre Monge era español y poco después de lo de La Soledad desapareció como humo. Nadie sabe ahora ni dónde está.
¿Y el canónigo de Corpus Christi?
-Tiene una historia tan bulliciosa como la de Martín Garatuza, aquel sacerdote apócrifo que explotó la credulidad de los bobos durante algún tiempo. Antes de ser canónigo anduvo de aquí para acá, engañando a muchos curas que lo creían sacerdote. Es un hombre muy listo y llegará quién sabe hasta dónde.
JOAQUÍN PÉREZ MONJE ALFÉREZ.
Sigue la charla, salpicándonos de recuerdos, de comentarios, de voces a la sordina. De súbito pregunto:
Y el grado de capitán ¿quién se lo dio al padre Pérez?
-Tengo entendido que lo ganó en una de nuestras guerras civiles, allá cuando el general Díaz se lanzaba al campo contra Lerdo de Tejada. El Patriarca había sido un rebelde. Y sé que montaba con cierta elegancia a caballo. Por eso está muy bien la comparación con doña Catalina Erasu, la virago.
Pasamos a otro tema, siempre dentro del que nos servía de motivo para conversar. Nos referimos al Obispo de Tamaulipas, señor Camacho, que tuvo cierto conato de sedición contra la Iglesia y pasó mal el resto de sus días. Y luego hablamos de la "Iglesia de Católicos Viejos", que está en la calle de Mesones, donde estaba antes el templo de San José de Gracia.
-Durante el Concilio Ecuménico de 1870, cuando se declararon en Roma los dogmas de la Inmaculabilidad de María y la Infalibilidad del Papa, hubo cuatro obispos que se separaron de la Iglesia de San Pedro, uno de ellos francés y otro norteamericano. El Patriarca Pérez fue "consagrado" por uno de esos obispos cismáticos, según corren informes.
Por fin, ¿se retractó o no se retractó antes de morir?
-Ya veremos las declaraciones de los médicos que lo asistieron, para estar seguros de que estaba en sus cinco sentidos poco antes de morir. Eso de confundir a los practicantes de medicina con los seminaristas es algo que hace cosquillas? Un amigo íntimo del señor Pérez me ha contado que hace como un año éste le dijo: "Cuando se me acerque la última hora, no me vayas a dejar morir dentro de esta broma". Y van a declarar los que le oyeron exclamar, cuando acaban de darle la extremaunción: "Perdón. Señor; perdón, Señor?" Tan reconoció al confesor, que le hizo la advertencia de que recordara que era Obispo?
SIEMPRE FUE REVOLTOSO
Cuando inquirí sobre algunas noticias de las primeras danzas de Pérez, las tuve muy reveladores. Era de un pueblo de Oaxaca, Juxtlahuaca, habiendo estudiado en aquel Instituto y Seminario enganchándose en el ejército rebelde que acaudillaba el general Díaz contra Lerdo, de 1875 a 1877. Al caer Lerdo, intentó volver al Seminario para ordenarse de sacerdote, no permitiéndoselo el Obispo debido a los malos antecedentes que tenía. Y fue así que pasó al Estado de Veracruz, en donde el entonces Obispo don José María Mora y Daza le impuso las sagradas órdenes. Volvió luego a Oaxaca.
-Y volvió a Juxtlahuaca, a hacerse cargo del curato. Pero allí se condujo mal, tornó a las andadas y hubo de suspenderlo de oficios y de beneficios el señor Obispo Guillow y Zavala, sustituyéndolo con el cura señor Robles, quien tuvo muchos dolores de cabeza porque aquel pueblo estaba siempre alborotado por el antecesor Pérez.
Se ha dicho que años más tarde el Arzobispo Gillow escapó de ser plagiado por Pérez mientras emprendía una gira por su arquidiócesis, pues quería vengarse por la destitución. Pero el prelado tuvo aviso a tiempo y así evadió la celada que Pérez le tendía. El señor Gillow puso al Presidente Díaz al tanto de las correrías del ex capitán Pérez, y se ordenó que éste fuera perseguido por el Jefe Militar de Oaxaca, general Ignacio Vázquez, habiéndolo capturado en compañía de su lugarteniente, un tal Cariño. El caudillo de Tuxtepec reprendió duramente a Pérez, haciéndolo prometer que no volvería a Juxtlahuaca y a Cariño lo comisionó para que al frente de una fuerza rural recorriera los límites de Sonora y Chihuahua.
PÉREZ ES EL MISMO MINISTRO PALMA
Corrió el tiempo. Pero Pérez no se enmendaba. De pronto se le vio hacer causa común con los protestantes y apareció en Puebla con otro nombre, el de "Ministro Palma", firmando así sus artículos contra la Iglesia Romana y a favor del Protestantismo. Uno de sus adversarios fue el cura de Huejotzingo de apellido Viga y Balderas.
Pero Pérez recobró después su antiguo nombre. Pretendió volver al redil, arrepintiéndose de sus fechorías.
Publicado en "Revista de Revistas" en octubre de 1931.