PALENQUE ESTÁ GRAVEMENTE HERIDO
Diálogo con ALBERTO ESCALONA RAMOS Alberto Escalona Ramos regresa de una excursión a las ruinas de Palenque y a las comarcas misteriosas de Campeche, donde descubrió científicamente la ciudad arqueológica de Xcochac. La excursión fue organizada por el Museo Arqueológico de Yucatán, yendo en ella un arqueólogo de la Dirección de Monumentos Prehispánicos, dependiente de la Secretaría de Educación Pública, el señor Miguel Ángel Fernández y el representante de un diario de Mérida.
El viaje duró tres semanas y en él pudo Escalona Ramos conocer 35 edificios palenkidas, entre ellos los templos de las Inscripciones o de las Leyes, el del Relieve o del León y el del Sol, así como el Palacio del Gobernador, todos los cuales forman la estructura arqueológica de aquellas ruinas maravillantes que siguen siendo imán de los hombres de estudio y que ya exigen que se les trate con cariño para impedir que el sol, el agua y el tiempo les perjudiquen más de lo que hasta hoy. Sabido es que varias expediciones científicas han visitado Palenque, entre otras las dirigidas por Maudslay, Blom, Mendizábal y Palacios.
Opina Escalona Ramos que para que se eviten mayores perjuicios en aquellas ruinas magníficas se proceda a proteger los tableros de las inscripciones, porque se están deteriorando de un modo tan lamentable que produce angustia en el ánimo de todos los que sabiendo lo que son esos tesoros de la cultura precolombina no puede poner un hasta aquí a esta situación deplorable; y sugiere que se siembre césped para evitar que sigan creciendo los arbustos y las hierbas que están ahogando las ruinas y al menor tiempo se comience a reparar el edificio del Conde y si es posible se desmonten la plaza, que rodeada por los monumentos más antiguos de aquel conglomerado arqueológico debía llevar el nombre de Plaza Maudslay en homenaje al célebre arqueólogo inglés.
Pero tuvo también la oportunidad de llegar hasta la comarca de Xcochac, en Campeche, como a tres leguas del pueblo y estación ferrocarrilera de Pomuch, que en castellano significa "Sapo Asado". Esa ciudad arqueológica fue estudiada por vez primera por él y por lo mismo hace la revelación de ella asegurando que apenas diez personas de aquella vecindad la conocían. El camino de Pomuch, en estado pésimo, se tiene que hacer en carreta y en cuanto se llega al pueblo se nota que en las aceras de las calles el material sobresaliente lo forman piedras labradas, lisas que proceden indudablemente de los monumentos mayas. Algunas de las piedras se hayan esculpidas con grifos cronográficos y otras se hayan en las casas de algunos vecinos o sirven de poyos o de cercas. De más está encarecer la importancia de esos grifos que permitirán el desciframiento de las inscripciones mayas. Según Escalona dicha ciudad corresponde al tipo de la ruinas al Sur de Yucatán y puede decirse que el apogeo de aquel núcleo de ciudades antiguas entre las que están Homobó, San Pablo y Kaastún (piedra inútil) fue probablemente hacia 400 o 600 años después de la Era Cristiana y hacia 1200 debe haber pasado por allí la peregrinación tolteca, cuyo testimonio mejor quizá es la figura de Kukulkán que se haya esculpida en una piedra de metro y medio de alto, único ejemplar del paso de los toltecas por aquella localidad.
Un dato curioso recogió el distinguido viajero y es el de que los indígenas que trabajan en las milpas, hacen ofrendas de alimentos a los dioses tutelares cuando principian las cosechas, es decir hacia febrero o marzo, para evitar que se enojen y les envíen enfermedades y otros perjuicios por haber profanado los monumentos consagrados a los dioses al sembrar maíz sobre ellos. Se infiere -de acuerdo con la información de algunos vecinos del rumbo- que a 2 km de Xcochac hay otra ruinas, las de Bolonchoch, afirmándose que nadie se atreve a llegar hasta ellas por el terror que inspiran los muertos de la raza maya que descansen allí y que persiguen, acobardan y apedrean a quienes se asoman a tales sitios.
En el extremo oriente de la Isla del Carmen, Escalona visitó la ruinas de otra ciudad arqueológica que fue cementerio de los mayas, ya que en ella se han encontrado muchos esqueletos al por mayor que han vuelto ser sepultados por el temor de que tales muertos anónimos vayan a ocasionar desgracias.
Se trata de la ciudad de Uayiché, en donde hay un montículo de 30 m de alto.
A su paso por Mérida, el ingeniero Escalona Ramos sustentó conferencias sobre temas tan palpitantes como son los que siguen: "La pintura moderna mexicana", "La civilización maya en el Palenque" y "Nuevas teorías sobre el origen de los continentes". Nos informa que tuvo conocimiento de un buen pintor viejo R. I. Villamil, que se ocupa de temas de auténtico regionalismo yucateco, mezclándolo con motivos de aquella arqueología.
La visita al Palenque le ha permitido comprobar lo que ha sustentado anteriormente: "No hubo precisamente un paso de olmecas o mayas a lo largo del Golfo de México para llegar a Yucatán y Centroamérica. Fueron movimientos simultáneos como lo dicen las crónicas. Desde su entrada y remonte por el río Ulúa en Honduras, viniendo del África tendieron estas tribus a formarse en cuatro grupos (cantzuculcabes), y al llegar al punto llamado Nueve Cerros (Bolonuitz) en la frontera actual de México con Guatemala, en el lugar donde nacen el río Ulúa y el Usumacinta, se separaron dirigiéndose al sur los quichés (Gumarcach) al oeste los tzendales (Palenque) al oriente los choltis (Copan) y al norte de los mayas (Xius o Itzáes, que encontramos en Uxmal y Chichén Itzá)
Estos acontecimientos principiaron poco antes de nuestra era, concluyendo poco después. Hacia el año 200 de nuestra era sentaron sus reales cultura maya quiché (olmeca, dicen algunos) y empezaron a construir sus monumentos que, aunque perfectos revelan en la rudeza de su construcción la lucha tenaz que hubieron de sostener sus constructores para arrancar al suelo sus medios de vida. Del año 400 al 600 aproximadamente culmina dicha cultura, produciendo sus manifestaciones más grandiosas. A esta época pertenece el mayor número de las inscripciones jeroglíficas y las más estupendas construcciones".
Escalona Ramos lleva preparados dos libros: "Yucatán prehispánico" y "México y Yucatán, Algunos aspectos de su vida". Uno de sus ensayos más interesantes ha sido para demostrar que los mayas como los egipcios fueron excelentes geómetras y que con ese sentido construyeron sus ciudades.
Publicado en "Revista de Revistas" en octubre de 1933.