CHARLA CON RAFAEL HELIODORO VALLE -
ENTREVISTA DE ALFREDO CARDONA PEÑA
Diálogo con RAFAEL HELIODORO VALLE ¿Cuántos años en Washington?
-Seis años.
¿Y sin venir a México?
-Hice un viaje relámpago en 1952.
Desde luego que aquí han estado siempre sus preferencias?
-Me hacía falta el aire transparente y el polvo inmortal de la ciudad de México. Ahora mi viaje coincide con las fiestas del cincuentenario de Alfonso Reyes.
Por cada año hemos entregado diez hojas, de manera que tendrá no una corona, sino un bosque de laureles. ¿Y su puesto como Embajador?
-Tenía un lugar muy envidiado y codiciado en Washington.
Se moverían entonces esas envidias y codicias.
-Honduras es un país en donde el primero que levanta cabeza tiene enemigos; todo lo contrario sucede en el resto de Centroamérica y en México, donde la gente da relieve al modesto valor que va surgiendo.
Pero usted siempre ha sido, por antonomasia, el primer hondureño de México.
-De sobra he probado mi cariño a Honduras en libros y conferencias; nunca he querido abandonar mi nacionalidad a pesar de que, en cierta ocasión, un ministro de Relaciones Exteriores me invitó a hacerme mexicano en 24 horas. México siempre ha sido muy mío, alguna vez declare en Tegucigalpa que si Honduras era mi madre México era mi padre, puesto que me había dado educación, estímulo y formación cultural; Honduras solamente me dio el ser, pero muchas veces me negó su ayuda? de todo eso hablaré ampliamente en mi libro Pretérito Perfecto; todo lo que me ha sucedido es perfecto para mi y por eso llamó así a ese libro; ya tengo editores para el y muchos escritores mexicanos me han pedido que me apresure a publicarlo.
No todos los centroamericanos en México logran calar a fondo en el espíritu de este país; para ello se necesitan los dones ocultos de la sensibilidad y de la entrega absoluta.
-Los centroamericanos de espíritu alerta encuentran aquí su metrópoli cultural y aquí aprenden a hablar un lenguaje diferente, un lenguaje de libertad, de franqueza, de sinceridad que nos permite decir "nuestra" verdad. Aquí en México, por ejemplo, nadie se espanta de que alguien diga que el asunto de límites por el Chamizal con los Estados Unidos no haya sido resuelto, a pesar de que el laudo a favor de México lo dio el jurista canadiense Lefleur. Un caso semejante es el de la cuestión de límites de Honduras con Nicaragua, pues a pesar de laudo que Alfonso XIII dio favor de Honduras en 1906, ningún presidente o ministro de Relaciones se ha atrevido a exigir que se cumpla, cada uno va dejando el problema al sucesor, esperando que se arreglen por sí solos los problemas nacionales más urgentes; a pesar de que el mundo se transforma, no quieren sino que por la ayuda del siglo todo vaya marchando.
Entiendo que, aparentemente, una opinión suya sobre ese problema de límites fue lo que ocasionó su destitución?
-Siempre me he sentido maestro de escuela, y un día, en una acción periodística que tenía en Tegucigalpa y que titulaba Gazapos, me permití rectificar la afirmación de un general hondureño, al decir que otro general hondureño (que por cierto había sido presidente) había arreglado "definitivamente" el asunto de límites con Nicaragua; mi desmentida provocó las iras olímpicas del dictador de facto y alborotó a todos los analfabetas que tergiversan el sentido de las palabras. Eso fue todo?
Eso fue todo, como en el verso de Darío?
-Recuerdo que Rubén Darío a quien trataron mal en Nicaragua cuando ya empezaba a surgir, dejó constancia de esa mala fe de los envidiosos, y de la incomprensión de los safios en varios de sus libros, y hasta hay un epigrama suyo que corre en el mundo de habla española, y que dice:
De un zorzal a un pavo real
Que se esponja y gallardea;
le mira la pata fea
y exclama: "Horrible animal"
sin ver la pluma oriental
el pájaro papanatas.
Gentes que llaman sensatas
son otros tantos son zorzales;
cuando encuentran pavos reales,
sólo les miran las patas.
Lo que sucede es que hay una ofensiva general y bien organizada de los mediocres en América para asaltar los puestos representativos de la inteligencia, y naturalmente que se mueven con todas sus señales para hacer triunfar sus intrigas palaciegas y hacer blanco en los pocos elementos humanos de valía.
-Muchos creerán que el puesto que tenía en Washington era consustancial a mi persona, pero no es así; en el Continente me sobran amigos y oportunidades para trabajar como periodista o como catedrático; allí están por ejemplo las invitaciones que me han hecho Colombia y Ecuador para que visite esos países, lo que haré en la primera oportunidad? He decidido trasladarme al Perú y fijar mi residencia en Lima; desearía quedarme en México, pero la región más transparente del aire no es propicia a la enfermedad que contraje por exceso de trabajo en Washington, ya que además de los asuntos de la Embajada, mantuve mis colaboraciones en la cadena de periódicos que tengo organizada. Soy fundamentalmente un escritor y lo diplomático ha sido eventualmente ocasional. Puse mi nombre de letras al mejor conocimiento de Honduras y de la América española, y por eso funde el Ateneo Americano de Washington, en el que logre reunir a la inteligencia continental residente en los Estados Unidos.
"¿Quién es el doctor Valle?". Me dijo un día un diplomático conocido; y en seguida se abundó contestó: "El embajador cultural de la América Latina". Por tanto, ahora que usted no se encuentra en Washington, Honduras ha vuelto a ser el país de bolsillo que siempre ha sido. Y perdonando el desahogo, ¿qué nuevos libros prepara?
-La historia de las ideas contemporáneas de Centro América, que me ha significado una gigantesca labor de indagación, pues tuve que formar primero el aparato bibliográfico en que debía apoyarme para escribirlo.
¿Y que fechas abraza?
-Abarca de 1910 a la fecha.
Pasando a otra cosa, los grupos guatemaltecos de izquierda en México, muy estimables por todos conceptos, reprochan a usted la actitud asumida en Washington contra Guatemala.
-He podido advertir que a pesar de los servicios internacionales no han faltado centroamericanos para quienes mi actitud diplomática durante los deplorables acontecimientos que derribaron al régimen de Arbenz en Guatemala se asumió una actitud contraria al movimiento popular iniciado por el doctor Juan José Arévalo. Hace poco Guillermo Toriello ha publicado su libro La batalla de Guatemala en que tranquilamente asevera que yo recibí un día órdenes del Departamento de Estado para votar contra Guatemala ante la O.E.A., y debo rectificar tal afirmación porque no es cierto que el Departamento de Estado acostumbre dar instrucciones a ningún diplomático hispanoamericano; las instrucciones procede siempre del gobierno respectivo. Así en mi posición como diplomático no hice más que acatar órdenes precisas de mi gobierno, órdenes que se referían a una queja del presidente Gálvez contra la huelga guatemalteca (él mismo me las comunicó por teléfono desde Honduras). En mi libro pongo de relieve la significación importantísima de la ideología del expresidente Juan José Arévalo, uno de los pocos escritores políticos que han sido realmente originales y que han entendido la realidad política centroamericana. También aprovechó la obra de escritores de tanto relieve como Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias y Enríquez Muñoz Meany.
¿Y de poesía?
-Es triste contemplar la realidad poética centroamericana; son muy pocos los valores apreciables y dignos de ser conocidos fuera del Istmo, el ambiente sigue siendo el mismo que dejaron Darío y Gómez Carrillo, analfabetismo vergonzante, petulancia a raudales, gentes que por escribir cuatro renglones se sienten Gongoras y Darios, por lo menos y que no son leídos más allá de su campanario. Tenía razón Juan Coto cuando hacia apreciaciones sobre la situación literaria, en la que se merece elogios y se les puede llamar heroicos a quienes como Joaquín García Monge, Arévalo Martínez o Salarrué, se mantiene en pie dependiendo a hacerse oír de los ignorantes y los beocios de tanto detestaba Juan Ramón Molina.
Mucha razón, por más que duela. Y esa situación se aviva con la asquerosa compraventa de adjetivos.
-No faltan en Centroamérica los aventureros mendicantes que haciéndose pasar por periodistas o por críticos, cuando no por filósofos venden o alquilan por cuatro reales sus elogios a la mediocridad sin escrúpulo que se pavonea sedienta de fama, confundiendo la poesía por la publicidad.
¿y ahora qué?
-Ahora, a lo que tanto he deseado: a leer y a escribir más, a poner remate a dos o tres libros que sigo preparando; a mi plena libertad, al aire puro de mis sueños, a mi vida íntegra.
Publicado en "Suplemento de El Nacional: Revista Mexicana de Cultura" en mayo de 1955.