ENRIQUE DÍEZ-CANEDO. Como poeta y crítico español, su poesía, reunida en Epigramas americanos publicada en 1928, se ha considerado típicamente modernista. Entre sus poemarios, destacan: La sombra del ensueño (1910) y El desterrado (1940). Sus ideas republicanas le obligaron a un exilio desde 1939 en México, donde continuó su labor de crítico.
Nació en Badajoz, España, en 1879 y desde joven mostro una gran vocación humanística, dándose a conocer como crítico literario gracias a los artículos que publicó en diversos medios, como los periódicos El Globo, Diario Universal y El Sol (donde ejerció la crítica teatral), y las revistas Índice, Tierra firme y, ya en México: Taller. Durante muchos años, compagino su actividad crítica y periodística con la docencia en la Escuela Central de Idiomas, lo que le facilito convertirse en uno de los mejores traductores de su tiempo.
Enrique Díez Canedo se dio a conocer como poeta a comienzos del siglo XX, con una serie de poemarios que le situaron plenamente entre los autores modernistas de la época. Su producción poética comprende títulos como Versos de la hora, La Visita del Sol y La sombra del Ensueño, entre otros. Su producción posterior culmina en un volumen lleno de revelaciones íntimas, perteneciente ya a la literatura española en el exilio y publicado bajo el título del El desterrado en 1940.
Durante la Segunda República, después de haber prestado apoyo a Federico García Lorca en su proyecto teatral de "La Barraca", cumplió misiones diplomáticas como embajador en las legaciones españolas de Montevideo y Buenos Aires, al estallar la Guerra Civil, regresó a España y aceptó el puesto de director de la revista Madrid. Mostró su apoyo a la causa republicana, en sus artículos en la revista Hora de España así como con su activa participación en el Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, en Valencia en 1937, donde trató a las figuras más relevantes de las Letras hispanoamericanas, como Pablo Neruda y Vicente Huidobro, César Vallejo, Octavio Paz, Alejo Carpentier y Nicolás Guillén. Un año después, abandonó España y pidió asilo político en México, donde ejerció la docencia en la Casa de España y en la Universidad Autónoma, y desarrolló su labor literaria, crítica y ensayística hasta que la muerte le sorprendió, en la ciudad de Cuernavaca, en 1945.
Dejó también un extenso legado que, dispersado en artículos periodísticos y volúmenes de ensayos, le coloca como uno de los mejores conocedores de las Letras hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XX. Fue uno de los firmantes del manifiesto noventayochista que, en 1905, con motivo de la concesión del Premio Nobel a José Echegaray, negaba cualquier representatividad del dramaturgo madrileño en la literatura española del momento. A lo anterior es menester agregar el texto de su discurso de ingreso como miembro de número de la Real Academia Española (1935), titulado las Unidad y diversidad de letras hispanas, y la recopilación en varios volúmenes de sus Artículos de crítica teatral, publicada en México, durante la década de los años sesenta.
ENRIQUE DÍEZ-CANEDO. Como poeta y crítico español, su poesía, reunida en Epigramas americanos publicada en 1928, se ha considerado típicamente modernista. Entre sus poemarios, destacan: La sombra del ensueño (1910) y El desterrado (1940). Sus ideas republicanas le obligaron a un exilio desde 1939 en México, donde continuó su labor de crítico.
Nació en Badajoz, España, en 1879 y desde joven mostro una gran vocación humanística, dándose a conocer como crítico literario gracias a los artículos que publicó en diversos medios, como los periódicos El Globo, Diario Universal y El Sol (donde ejerció la crítica teatral), y las revistas Índice, Tierra firme y, ya en México: Taller. Durante muchos años, compagino su actividad crítica y periodística con la docencia en la Escuela Central de Idiomas, lo que le facilito convertirse en uno de los mejores traductores de su tiempo.
Enrique Díez Canedo se dio a conocer como poeta a comienzos del siglo XX, con una serie de poemarios que le situaron plenamente entre los autores modernistas de la época. Su producción poética comprende títulos como Versos de la hora, La Visita del Sol y La sombra del Ensueño, entre otros. Su producción posterior culmina en un volumen lleno de revelaciones íntimas, perteneciente ya a la literatura española en el exilio y publicado bajo el título del El desterrado en 1940.
Durante la Segunda República, después de haber prestado apoyo a Federico García Lorca en su proyecto teatral de "La Barraca", cumplió misiones diplomáticas como embajador en las legaciones españolas de Montevideo y Buenos Aires, al estallar la Guerra Civil, regresó a España y aceptó el puesto de director de la revista Madrid. Mostró su apoyo a la causa republicana, en sus artículos en la revista Hora de España así como con su activa participación en el Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, en Valencia en 1937, donde trató a las figuras más relevantes de las Letras hispanoamericanas, como Pablo Neruda y Vicente Huidobro, César Vallejo, Octavio Paz, Alejo Carpentier y Nicolás Guillén. Un año después, abandonó España y pidió asilo político en México, donde ejerció la docencia en la Casa de España y en la Universidad Autónoma, y desarrolló su labor literaria, crítica y ensayística hasta que la muerte le sorprendió, en la ciudad de Cuernavaca, en 1945.
Dejó también un extenso legado que, dispersado en artículos periodísticos y volúmenes de ensayos, le coloca como uno de los mejores conocedores de las Letras hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XX. Fue uno de los firmantes del manifiesto noventayochista que, en 1905, con motivo de la concesión del Premio Nobel a José Echegaray, negaba cualquier representatividad del dramaturgo madrileño en la literatura española del momento. A lo anterior es menester agregar el texto de su discurso de ingreso como miembro de número de la Real Academia Española (1935), titulado las Unidad y diversidad de letras hispanas, y la recopilación en varios volúmenes de sus Artículos de crítica teatral, publicada en México, durante la década de los años sesenta.