CHARLANDO CON LABRADOR RUIZ
Diálogo con ENRIQUE LABRADOR RUIZ Ya el público de México sabe que está entre nosotros el notable novelista cubano, de la reciente generación intelectual de la isla hermana, Enrique Labrador Ruiz. Apenas tres semanas y es como si fuera un mexicano más. Se encuentra uno con labrador en las redacciones de los diarios, de las revistas, en los fóyers de los teatros, en los atrios de las iglesias, en las cantinas y cabarets más típicos.
?¡ah, los caldos de la Indianilla!? En los bares elegantes y, naturalmente, en las librerías de viejo. Pasea en el bosque con charros genuinos, portando sobre su traje tropical el mexicanismo sombrero ancho, y gusta de un posar para la Cámara en un puente del lago de Chapultepec, así como junto a las goletas y fragatas de su entrañable amigo Pablo Neruda.
Conocimos a Labrador en La Habana. Su nombre de periodista combativo, desde reportero de tribunales y ministerios sube hasta alcanzar el primer rango entre los escritores de hoy. La crítica continental por boca de Mariano Azuela, César Tiempo, Eduardo Mallea, el Pombiano RAMON ?madrileño que amenaza convertirse en compadrito?, nuestro abate de Mendoza en estas mismas páginas, han hecho llegar al autor de Laberinto, Cresival y Anteo, "tres novelas distintas de un solo autor verdadero", a todos los centros donde se cotiza en los verdaderos valores del continente. Pero Labrador no gusta de hablar de su obra. Apenas si en este aspecto logra el reporter arrancarle que prepara una próxima novela de la que sólo nos adelanta el título, un poco amargo, sarcástico, doliente: "Custodio de la Nada"? y que antes de que terminase el año, saldrá de las prensas argentinas un libro de cuentos suyos. "El Trampolín de las Quimeras", cuyo nombre recuerda al conocedor que esa nueva obra del joven prosista cubano ha de colocarlo en la misma línea formidable de los mejores cuentistas de su tierra: Amado Méndez, Miguel Ángel de la Torre, ya desaparecidos para desgracia de las letras antillanas y desconocidos del público lector por ser víctimas de la conspiración del silencio, que allá también se practica?
Dice el simpático novelista que aún que ha venido por muy corto tiempo a México, se siente como en casa.
?Lo único que le falta a esta ciudad es el mar? añade, como cubanísimamente, su ironía.
Con razón, Enrique, que habíamos notado cierto aire de cetáceo.
-Sólo que un cetáceo que no sabe que va a ser, en la Habana, el día que le falten los estupendos gusanitos de maguey? ¿Pero es que ustedes se han dado cuenta de lo que tienen en los nopales?
Mientras Labrador Ruíz devora con elegante fruición los platillos mexicanos, mexicanismo, indigestos, que en su campestre residencia le ofrece en agradable convivió el nunca bien ponderado doctor José Castillo y Piña, enmudece cuando su distinguido anfitrión empieza explicarle mucho de lo que sabe sobre Rosario de la Peña, Acuña, Altamirano.
-¡Y también José Martí!
-Ya tendré el gusto de enseñarle, dice Castillo y Piña, unos versos autógrafos de Martí que logre salvar cierta vez que Rosario estaba quemando muchos de sus papeles viejos. Es lástima que falte la primera página de ese manuscrito.
Y conste ?advierto? que Enrique al revés de los cubanos que vienen a México, se ha distinguido por qué para nada nos ha preguntado sobre Martí?
-Por ahora no ejerzo el periodismo, aunque sólo el representante de los periódicos en el "Seguro de Maternidad" de la Habana.
¿Cómo es eso?
-Pero chico, ¿no saben aquí lo que el "Seguro de Maternidad" es? Con decirles que es la primera institución de su clase en el mundo.
¡No lo sabíamos!
-Y tan notable que hasta de los Estados Unidos llegan para estudiar su organización. Bastará decir es que en dicha casa trabajan 145 médicos especialistas de primer orden en todo lo que se refiere a las enfermedades relacionadas con la maternidad.
A medida que interesa la charla con Labrador Ruiz, éste va dando detalles.
-En Cuba, todos los que trabajan, y naturalmente los periodistas, todos todos, sin excepción, aún los solteros como yo, aun los que piensan quedarse solterones, tienen que pagar ese impuesto.
¿Cuál impuesto?
-Pues, chico, el impuesto que ha permitido crear el "Seguro de Maternidad"
¿Quién ideó ese impuesto?
-El Presidente Batista, hace dos años.
Y los periodistas, ¿qué tienen que ver con esa casa?
-La vigilan los obreros, los patronos y los periodistas. Para nosotros, el periodismo no es una profesión, sino un oficio. Yo tengo la representación de los periodistas en esa obra, que es orgullo cubano.
¿Y en qué consiste el beneficio que reciben las madres?
-El impuesto es muy moderado, como que el obrero para $0.70 de dólar al mes, y cuando la mujer de un obrero está próxima a dar a luz, se interna allí y tiene todo lo que necesita para que salga admirablemente del trance. Seis meses antes y seis meses después de ser madres, la mujer cubana, la trabajadora, tiene allí las atenciones médicas más modernas, porque se dispone de los últimos instrumentos de laboratorio, de toda comodidad. Durante ese tiempo, la obrera puede contar con su salario íntegro una fábrica o en el taller.
Cuando uno visita la Habana ni siquiera se imagina que ustedes tuvieran esa institución.
-No importa que uno sea soltero. Todos tienen que pagar el impuesto de Maternidad. Gracias a esas cantidades tan mínimas se ha podido construir un edificio que costó un millón de dólares y se tiene un fondo de tres millones.
¡Lo que puede hacer la obra humana!
-Tengo mucho que contar a ustedes sobre esa casa. Todo cubano pago del impuesto con alegría, porque sabe que ese dinero servirá para salvar a miles de madres y niños. Cuba tiene el mínimo porcentaje de mortalidad infantil y también el mínimo de las madres que mueren a dar a luz. Puede decirse que en esa casa son contadísimas las tragedias.
SE MARCHA, PERO VUELVE
Labrador Ruíz dice que lo único que deplora, palabra de honor, es haber venido tan rápidamente a México, porque la metrópoli le ha tratado también que no lo merece.
Pero tú trajiste representación de los periodistas cubanos para el Congreso que acaba de celebrarse aquí.
-Por cierto que te contaré algo curioso que me sucedió: aunque las credenciales que traje son de la Asociación de Reporters de la Habana hizo el periodista que ha trabajado en todos los periódicos habaneros, en el Congreso Nacional y Panamericano de la Prensa sólo se me permitió tener voz, pero no voto.
Pero, ¿por qué habrá sido?
-Tantas cosas ahí que nadie se las explica en este mundo juguetón.
-En cambio, vimos con dos representaciones a un militar mexicano, que no tiene nada que ver con el periodismo, es decir, con dos voces y los votos, una por periódico de Bolivia y otra por un periódico del Brasil.
Vale la pena escribir una novela más.
-Es lo que estoy pensando. La realidad de América es algo extraordinario.
El maravilloso mundo de la realidad?
Publicado en "Revista de Revistas" el 14 de junio de 1942.