EL CÓDICE TIZIMÍN Y SU INTÉRPRETE
Diálogo con ALFREDO BARRERA VÁSQUEZ Apenas supe que don Alfredo Barrera Vázquez profesor de maya en el Museo Nacional de Arqueología e Historia acababa de obtener una beca de la John Simon Geuggenheim Memorial Fundation para traducir al español el libro de Chilam Balam de Tizimín, fui a buscarle para que me contase sus propósitos. El códice se había perdido pero apareció en poder de miss Laura Temple, quien lo donó al Museo.
El profesor Barrera Vázquez me expuso concretamente su plan de trabajo en los Estados Unidos del Norte, ya que allí contará con manuscritos mayas que le son indispensables para hacer la traducción del códice; no sólo en la Universidad de Pennsylvania, sino en el Bureau of Ethnology de Washington, en el Peabody Museum, en la Hispano Society of América de Nueva York, en la Universidad de John Hopkins, de Baltimore, en el Middle América Research Department de la Universidad de Tulane. En fin?
Y el profesor comienza diciéndome que los llamados Libros de Chilam Balam figuran entre los documentos que han de servir como fuentes primigenias para dilucidar muchos de los puntos oscuros que hay en la historia antigua de los mayas y quizá también para interpretar sus códices jeroglíficos; libros que se distinguen entre sí por llevar además el nombre del lugar en que fueron encontrados y que constituyen, cada uno, un conjunto de tratados diversos compilados por varios indios de las castas privilegiadas que habían aprendido el uso del alfabeto español, tal como los frailes misioneros lo aplicaron al idioma de los aborígenes. Es decir, se trata de códices postcortesianos escritos en papel español, con caracteres latinos y en maya.
-Los asuntos tratados en sus páginas -me dice- son varios; pero le diré los principales; los que tratan temas religiosos propiamente mayas, los que se refieren a la historia, la medicina, las profecías de la llegada de los blancos y los que son traducciones bíblicas cristianas o calendarios y almanaques.
Y después de explicarme que los temas religiosos propiamente mayas son pasajes que tiene relación con los ritos antiguos de aquel pueblo, que están escritos en un lenguaje muy obscuro y hasta se asegura que son transcripciones de los jeroglíficos de sus libros sagrados. Barrera Vázquez me mostró lo que Byron Gordon puso en el prefacio de la edición facsimilar del Libro de Chilam Balam de Chumayel, que la Universidad de Pennsylvania publicó en 1913:
?Hay pruebas de que los escritos originales que sirvieron en los días anteriores a la Conquista están en caracteres jeroglíficos de la cultura nativa y así, pues, formaban parte de un gran cuerpo de literatura antigua que fue producto del genio indígena y que pereció en la catástrofe general que alcanzó a la civilización nativa después de la llegada de los europeos".
Mucho se ha discutido acerca de la posibilidad de traducir totalmente esos documentos, y hasta había dudas, no ha mucho, sobre tal posibilidad, según Barrera Vázquez me dice al hablarme de diferentes trabajos: la traducción parcial que se hizo en 1633, cuando el Padre Lizana publicó su "Historia de Yucatán", los que hizo don Pío Pérez en 1842, que incluyó la traducción de algunos fragmentos siendo el principal la famosa "serie de los katunes" del Chilam Balam de Maní que por primera vez publicó el viajero Stephens; los de Brasseur de Bourbourg, Rosny, Charencey, Carrillo y Ancona, Brinton, Mac-lean, Raynaud, Seler, Rejon García, Martínez Hernández, Gates, Tozzer, Roys y Solís Alcalá. Pero no fue sino hasta 1930 cuando Antonio Mediz Bolio publicó en Costa Rica el primer ensayo de su traducción íntegra del libro de Chilam Balam de Chumayel y en estos días está trabajando Roys en la producción total del mismo libro.
-Sabido es que además del de Tizimín, cuyo original está en el Museo Nacional, el de Chumayel era muy importante. Por cierto que se perdió de la Biblioteca "Cepeda" de Mérida, hará quince años y gracias a la edición facsimilar de Filadelfia, podemos ahora consultarlo. Pero es de más difícil traducción de Tizimín: su lenguaje es más arcaico.
-¿Y a que se refiere el de Tizimin?
-Entre otras noticias trae un copioso tratado de Medicina cuyas recetas no aparecen en la magnífica obra de Roys, que ha editado la Universidad de Tulane, titulada "The-Ethno-Botany of the Maya". Desde hace un año que me propuse hacer su traducción: pero luego me di cuenta de que había que comenzar por hacer antes una transcripción paleográfica, pues aunque los caracteres de su escritura son muy claros en sus trazos, la falta de puntuación y la división de las palabras en frases y periodos- lo cual es un defecto común en esta clase de documentos- y el mal estado de conservación hacen que su lectura sea difícil.
-He aquí -comenté sin malevolencia- el encanto del trabajo que usted ha emprendido. Que sea para bien.
-Ya he terminado la transcripción paleográfica y he comenzado la versión literal al español. Pero como quiero hacer una traducción lo más fielmente posible de manera que ese trabajo pueda ser útil a los que investiguen en la historia de los mayas me hacen falta muchos elementos que no puedo tener en México. Hay que ir a los Estados Unidos; hay que copiar, que cotejar las variantes de otros libros de Chilam Balam; hay que encontrar palabras que le faltan al de Tizimin; y que revisar vocabularios de la época, ordenanzas, testamentos, títulos de tierras, probanzas. En fin, hay que localizar, que identificar palabras que están fuera de uso que no se encuentran en los diccionarios y es que esos documentos fueron escritos en la misma época que los Chilam Balam y traen muchas veces paralela su traducción al español.
Barrera Vázquez me hace creer lo que dice el insigne erudito mayista don Juan Martínez Hernández: "Como estamos familiarizados, hasta cierto grado con las formas de las ordenanzas, éstas nos ayudarán a traducir con propiedad y a preparar el camino para otras futuras traducciones. Yo estoy plenamente convencido de que los libros de Chilam Balam pueden ser traducidos después de traducir todos estos documentos. Antes de que esta literatura viniese a mis manos, había algunas palabras en los vocabularios cuyo uso no conocía yo". Por otra parte Roys se expresa en estos términos: "En el pasado algunas personas han expresado dudas sobre la posibilidad de traducir estos manuscritos. En vista de la deficiencia del material en ese tiempo, tales dudas sobre la posibilidad de traducirlos no carecían de fundamento, pero durante los últimos años se ha reunido tal cantidad de material que tengo la convicción de que esa labor es factible hoy en día".
-Pero desgraciadamente para mí -dice Barrera Vázquez- todo ese material reunido no está a mi alcance. Tengo que ir a los Estados Unidos. Ni en el Museo Nacional de México ni en ninguna biblioteca o institución de aquí contamos con documentos mayas originales o sus reproducciones, fuera del de Tizimin. Podría decirse que es fácil gestionar un canje de copias de documentos mayas con otros mexicanos o de cualquier otra cultura indígena. Sin embargo, la lentitud natural con que caminan muchos asuntos de esta índole, retardaría demasiado las gestiones, y hay también que tener en cuenta el tiempo que se llevaría la elaboración de tales reproducciones.
Barrera Vázquez agrega:
-no voy a hacer un trabajo de interpretación. Lo único que quiero hacer es una traducción literal, anotando cuando las posibles acepciones de las palabras den una variedad de concepto a las oraciones y es claro que el texto de mi traducción podrá ser purificado más tarde por los exégetas cuando se hagan ulteriores investigaciones. Si se toma en cuenta que son de raza maya, que domino el idioma nativo y que hace más de diez años me he puesto a estudiar con ahínco el Maya antiguo, es posible que yo conozca acepciones de voces que no constan en los diccionarios o que pueda reconocer en su justo significado, a través de sus formas modernas muchas de las palabras que son anticuadas. Algunas de esas voces todavía se usan en algunos puntos de Yucatán.
Tómese en cuenta que Barrera Vázquez cuando era estudiante ayudó al notable explorador austriaco Teoberto Maler en Mérida, en 1916 a extraer algunos pasajes de las copias fotográficas que había hecho de algunos libros de Chilam Balam y que más tarde ayudó a Mediz Bolio en la paleografía de Chumayel. Más todavía: tratando de entender el espíritu Maya, de documentarse lo mejor que le sea posible, ha hecho una compilación de literatura folclórica en rumbos y en tiempos diferentes. Está inédito ese material y quiere editarlo con una traducción paralela y en la forma que se acostumbra dentro de la técnica científica. Una de esas piezas folclóricas apareció en "The Maya Society Quarterly" que se publica en Baltimore.
-¿Podría darme una idea de los manuscritos mayas que piensa consultar en los Estados Unidos?
-Comenzaré por lo que tiene la Colección Berendt, en la que está incluido el más rico material lingüístico maya: los diccionarios de Ticul y de San Francisco, el vocabulario del dialecto del Peten, el Chilam Balam de Kaua, el de Ixtil, el de Oxkutzcab, y otros legajos muy importantes. En Washington hay un diccionario del Maya que se habla en Bacalar y que fue formado por Alexander Henderson en 1859 a 1866 en el Peabody Museum, están unos vocabularios comparativos de Yucatán y las crónicas de los Xiu o Libro de Probanzas; y en la Sociedad Hispánica de Nueva York se custodia la única copia que hasta hoy se conoce del vocabulario en español y Maya de Yucatán que formó en 1580 Alfonso de Solana.
Y luego, saboreando con anticipación amorosa los frutos selectos que posee la John Hopkins, me informa Barrera Vázquez de lo que espera conocer; el libro de los Cocomes, la Crónica de Calkini, el Ritual de los Bacab, el Chilam Balam de Tekax y el de Nah. Todos ellos, fuera del segundo, son manuscritos originales.
-Pero será -termina diciéndome- en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, en donde instalaré mis trabajos de coordinación. Necesito el apoyo moral del profesor Hermann Beyer, quien como usted sabe, está interpretando el Códice Dresden.
Lo cierto es que el trabajo que Barrera Vázquez se propone cristalizar es de los que bastan para dar decoro a una vida. Que lo acompañen los númenes mayas más propicios: que lo defienda en sus hazañas el espíritu iluminante de Kukulcán el arcángel que acompaña a los viajeros por los caminos innumerables de la inteligencia.
Publicado en ?Revista de Revistas? en abril de 1933.