ENTREVISTA CON ALFONSO TEJA ZABRE
Diálogo con ALFONSO TEJA ZABRE-La Universidad, en México y en Honduras, en medio de una crisis de métodos y doctrinas, sufre por exceso de responsabilidades y pobreza de recursos. El verdadero espíritu universitario debe contribuir a la tarea de renacimiento y modernización de la cultura, superior y por eso hemos calificado el plan del Instituto de Estudios Sociales y Económicos, como una empresa de educación tecnológica o de postgraduados.
-La sociología moderna tiene influencia en los estudios históricos porque hace notar claramente que el hombre no actúa como individuo aislado sino como miembro de un grupo: ayuda eficazmente al historiador en el análisis de las diversas formas de vida institucional y aclara el concepto de civilización, proceso genético y dinámico, contribuyendo de este modo a promover una interpretación amplia y sintética de la causación histórica. Estas ideas importan más que nunca en esta época y en este Continente, porque aquí, en América, se está fraguando una renovación social y cultural que tal vez sea comparable por su magnitud al Descubrimiento y la Conquista. Como quien dice, redescubrimiento y reconquista de América.
En nuestra última conversación, Alfonso Teja Zabre me ha reiterado las dos primeras afirmaciones, al amparo del cielo hondureño, que, hubo de plantear en Tegucigalpa cuando presentó, como embajador cabal de México, un esquema del trabajo que puede llevar a feliz culminación el Instituto Social y Económico de Honduras. Entregado ahora, con devoción integra, a seguir atisbando en las nuevas corrientes sociológicas que reflejan muchas de las inquietudes vitales del mundo. Teja Zabre prosigue el estudio de uno de los códices mexicanos, el Códice Laud, pero no para hacer la interpretación histórica o etnográfica sino para hacer su valoración estética. Como embajador es, indudablemente, uno de los mexicanos que en Honduras han sabido desandar los caminos de historia para encontrar los idénticos vínculos y hacer así la diplomacia más efectiva, con un sentido rotundamente humanístico. Si el poeta ha encontrado ahí nuevos acentos del paisaje americano y nuevos motivos para estudiar los problemas del hombre, como maestro que sigue aprendiendo se ciñe tercamente a una realidad en la que el estadista tiene mucho que hacer y el pensador mucho qué escudriñar.
-En el mismo México está organizando Silva Herzog el Instituto de Estudios Sociales y Económicos -me dice cuando indago los orígenes de la iniciativa que ha puesto en marcha en este año- En sus organismos de investigación los hay en la Universidad Nacional pero nuestro plan es de acción, de servicio público.
He sabido que el plan es más ambicioso.
-Lo es, evidentemente, porque ya nos hemos puesto al habla, fuera de Honduras, con algunos espíritus emprendedores; en El Salvador, por ejemplo, contamos con el doctor José Salvador Guandique y el novelista Miguel Ángel Espino, dos de los jóvenes que mejor avizoran el futuro de Centro-América. Ya tengo la aprobación expresa del doctor Guandique, gran amigo de México y de la cultura.
Pero, concretamente, ¿ese plan hacia dónde apunta?
-Vale la pena anotarlo: desde el punto de vista político, tiene finalidades políticas, pero no de la política al uso, sino de la constructiva.
Quiere usted referirse a la política que no juega con los intereses personalistas, sino la que busca un horizonte hacia el mañana, no importa que se trabaje sobre utopías.
-Yo creo que la unidad cultural de México y Centro-América, ya está hecha, ¿No lo cree así?
Me identifico a lo que está diciendo, Pero podría decirme, ¿por qué lo cree así?
-No es una obra artificial, tampoco es el resultado de propagandas, de actos, sino que es el fruto de la educación, de todo lo que constituye la verdadera unidad.
-Hay que tomar muy en cuenta la obra que, sin unificar propósitos, han ido realizando en el transcurso de mucho tiempo los universitarios centro-americanos que van hacia México.
-Esto comprueba lo que digo. El hecho de que un hondureño vaya a México, estudie allá, se case, se identifique con nuestra vida, permite decir que hace, inconscientemente, efectivas relaciones culturales. Nos preocupa lo que podríamos llamar la influencia mexicana. Me parece que hay que ser más modestos. No hay que herir la susceptibilidad de aquellos que no comprenden todavía. Muchos esperan más de lo que realmente hay.
Hay un hermoso libro del escritor nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, en que ha logrado perfilar una realidad histórica que invita a ver con claridad cómo muchos de los centro -americanos que van a México no se sienten allá extranjeros, sino que van a su metrópoli.
-No conozco ese libro, pero voy a buscarlo. Me interesa lo que de él me advierte. La unión política sólo se ha podido lograr por el predominio de una región sobre las demás; mientras que siguiendo un camino al revés, es decir, el que ya se ha seguido por las vías de la violencia, se logra algo más eficaz. No habría que llamar imperio a la unidad espiritual de México y Centro-América, sino simplemente unidad. Eso no impide que los matices regionales continúen.
¿Cuál es el escritor centro-americano cuyas ideas le han llamado más la atención?
-Podría decir que Ramón Rosa, quien en alguno de sus escritos, al referirse al fracaso de la incorporación de Centro-América a México, afirmó que su razón le indicaba que debían haber permanecido unidos.
Entiendo que Rosa dijo eso en algún pasaje de su biografía de José del Valle. Ya sabrá usted que en este año recordará Honduras, la Honduras que siente de veras a sus próceres, el primer centenario de Rosa, que es el pensador hondureño más trascendental. Porque José del Valle tiene una figuración centro-americana.
-El discurso de Rosa al inaugurarse la Universidad de Honduras es notable.
Es llegado el momento de señalar un camino de la influencia revolucionaria de México en Centro-América. El triunfo de Juárez permitió dar todo apoyo a la revolución de 1871, que encabezaron Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios. Una revolución liberal, digamos mejor anti-clerical, en la que la figura visible era García Granados, que había sido conservador mucho tiempo. Su triunfo en Guatemala permitió que la onda de la revolución fuese llevada a Honduras por dos hondureños que habían sido sus colaboradores: Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa. Pero si el liberalismo mexicano está ya superado, ¿qué decir del que todavía tiene partidarios en Centro-América?
-Estamos muy de acuerdo en esta apreciación, porque los tiempos son otros. A mí siempre me han interesado estas relaciones de las ideas políticas. ¡Comayagua y Tegucigalpa, la vieja y la nueva capital de Honduras! Allí están los orígenes de la reforma liberal, y esto explica porque me he dedicado a comprender la figura de Morazán.
¿Prepara algún ensayo sobre el tema?
-No desde el punto de vista biográfico, individual; más bien sobre el movimiento de ideas que él representa; qué elementos se juntaban en torno a él, para darle fuerza a su actividad militar. Por eso es que todos los partidos lo reclaman como suyo. A Morazán le sucede lo que a Morelos en México: que también es un sentimiento vivo de la realidad.
-Los liberales y los conservadores sólo son una vieja lucha que necesita otros derroteros. En algunos países de América las ideas liberales ya no tienen opositores, acaso un grupo muy reducido. Pero el hombre trata de construir otro mundo y el ideario liberal del siglo pasado se superó ya. Ningún liberal habló del seguro social o del Código del Trabajo que hoy rigen en casi todos los países.
-Los conservadores no quieren la iglesia como poder político. Su catolicismo no es mística sino conformidad.
-Alguien ha dicho, graciosamente, que los conservadores en Nicaragua o en Colombia oyen de preferencia la misa de las cinco de la mañana; y los liberales acuden a ella una hora más tarde,
-Los católicos ya trabajan por el bienestar del hombre en la tierra?
-Yo creo que le han hecho mal a Iturbide en México convirtiéndolo en una bandera política, en un motivo de controversia política.
-Lo mismo le sucede a Cortés. Detrás de esa bandera se mueven ciertos intereses católicos.
-En Honduras el clero es pobre, bien pobre. Cuando el presidente Soto inició la separación de la Iglesia y del Estado, los llamados conservadores fueron los primeros que le dieron su apoyo. Conozco el documento.
-Algunos países de América fueron casi abandonados del todo por el régimen español.
-No le deben mucho a España. Podría citarse entre ellos a Costa Rica, Venezuela y Honduras. En Honduras, durante todo el periodo colonial, la cultura casi no hizo obra. Fue hasta mediados del siglo pasado cuando apareció una figura revolucionaria; la de un sacerdote católico, el doctor José Trinidad Reyes, el fundador de la Universidad, el que trajo el primer piano, así como Morazán trajo la primera imprenta.
De México vino mucho valor cultural hacia Centro-América, durante aquel régimen.
-Desde la primera imprenta.
Quiere decir que así llegaba la cultura, por doble filtro.
-Don Juan Lindo, que fue con el doctor Reyes otro de los fundadores de la Universidad, era abogado de la Real Audiencia de México.
¿Ese Lindo es el mismo que tiene que ver con las ruinas de Copán?
-Usted se refiere a Don Juan Galindo
Está, entonces, equivocada la guía de Copan, por Stromvick
-Galindo era irlandés.
-Acaso su apellido era Gallagher. Las ruinas de Copan son una maravilla. El espectáculo de Copan es inigualable. Ese hombre con la antorcha en la mano, que se puede admirar allí y que según los arqueólogos es el dios del Viento, es algo muy personal?
Ya usted sabrá que las ruinas han sido saqueadas. Hay rastros de esos saqueos en el Peabody Museum, pues Gordon Byron aparece como responsable. Fue entonces cuando el gobierno se percató de la urgencia de reglamentar la custodia del tesoro arqueológico hondureño. Ya, por fortuna, se está formando en la Escuela Nacional de Antropología de México el becario Jesús Núñez Chinchilla, quien será el primer arqueólogo hondureño de verdad, preparado científicamente.
Lo que espero con gran ansiedad es el libro que ha concluido Raúl Pavón Abreu y que va a editarse con apoyo del gobierno de Honduras. Pavón Abreu ha logrado reunir mil fotografías de Copan.
-A propósito del becario Núñez Chinchilla, hay que fijarse en que algunos de los que, como él, han disfrutado de facilidades para hacer sus estudios en México, al terminarlos ya no quieren regresar a su patria. Yo comprendo muy bien lo que ocurre; yo me explico cada uno de esos casos.
Lo que le puede pasar a un pintor hondureño es lo mismo. Hace sus estudios allá, vuelve a Honduras para tener aquí una temporada, y luego regresa.
Este problema de los becarios que no regresan es muy digno de estudio. Pero eso no sólo sucede en Honduras, sino que también en el Perú, por ejemplo, según me contaba el gran arqueólogo Tello. También les pasa lo mismo varios norteamericanos que visitan México en calidad de turistas: les gusta el estilo de vida, encuentran lo que ellos creen que es la verdadera luz del sol, y se quedan allá. Aquí tiene usted en Honduras el caso de Doris Stone, que tanto bien hace a la cultura, haciendo que el capital ayude a ésta.
-Dice usted muy bien. Estoy siguiendo con gran interés la labor que se hace en la Escuela Panamericana de Agricultura, de lo que ella es madrina. Por cierto que me han ofrecido unas semillas de maíz Venezuela número 1, y otras de palmas africanas, que han logrado prosperar en esas tierras.
¿Y hay mexicanos estudiando en ella?
-Hay uno, que ingreso como alumno y ahora es profesor. La idea que dio vida a esa escuela es admirable en sí misma. Es un tipo de escuela que tiene razón de ser.
¿Y cómo va su estudio del Códice Laud?
-Me faltan libros para poder avanzar un poco. El original del códice está en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford. Salvador Toscano me asegura que nadie lo ha estudiado, y de ahí que sea creciente mi interés por dar la interpretación que me propongo. Es una lástima que no tenga los instrumentos necesarios para que mis deseos se cumplan. Lo que estoy haciendo es una obra que, en cierto modo, es subsidiaria.
¿Podría saber cuál es?
-EI licenciado Francisco J. Santamaría me pidió que le consiguiese algunos libros que el doctor Alberto Membreño tenía en su biblioteca; sobre todo los Hondureñismos de éste. Parece que pretende hacer un estudio de los actuales hondureñismos para los efectos del folklore.
¿Y sus estudios de penalista?
-Estoy en contacto con José Máximo Gálvez, juez de letras de Puerto Cortés, que ha aceptado que uno de los puntos del Partido Nacional sea el triunfo de una recomendación mía: la revisión de las leyes penales y el sistema penitenciario.
A última hora he podido notar que los especialistas en ciertas disciplinas, en América, se están acercando más y más.
-Puedo decir que mis experiencias en Honduras son múltiples. Cada país tiene mucho que se puede aprender, si se logra tener don de comprensión. Estamos aislados unos de otros. Seguirnos aislados?
-Esto se ha podido comprobar durante el movimiento que inició la Universidad de La Habana, ante las de América, postulando "Maestro" a don Justo Sierra. Sucede que muchos no conocen la obra de éste.
-En Cuba lo pude advertir muy bien. No todos los centros de estudiosos lo conocían.
-Ha sido por eso muy oportuna la celebración de su primer centenario, porque de ese modo se está desamortizando la riqueza espiritual del maestro. La Universidad de México lleva adelante su propósito de editar todos sus escritos.
Lo importante será que la Universidad divulgue esa producción.
-Este problema de divulgar el libro sigue abrumando la atención de los autores, más que de los editores, porque, al fin, son estos quienes disponen de relaciones organizadas que poco a poco van aumentando y les permiten una distribución del libro con más eficacia. El centenario de don Justo Sierra es un ejemplo para lo que debe hacerse en Honduras en este año, con motivo del de don Ramón Rosa. Ya está en marcha el plan de compilación de sus obras y creo que se publicará por lo menos un volumen, para rendirle el homenaje que merece.
Alfonso Teja Zabre tiene numerosos merecimientos como hombre de letras, publicista, periodista, orador, catedrático y abogado. Ha sido secretario del Museo Nacional, diputado federal, magistrado de la Suprema Corte de Justicia, jefe del Departamento de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores, colaborador de los diarios El Demócrata y El Universal, catedrático de Derecho Penal y de Historia de México en la Universidad Nacional, fiscal del Tribunal de la Federación, presidente de la Comisión Revisora del Código Penal y presidente de la directiva de la Compañía Productora e Importadora de Papel. Es uno de los fundadores de la Academia de Ciencias Penales de México y después de haber sido ministro consejero de la Embajada en Cuba, fue nombrado embajador en Honduras. Su producción literaria se ha reunido en varios volúmenes: Poemas y Fantasías, Alas abiertas, La esperanza y Hatiké, El adiós a Rubén Darío, Exposición de motivos del Código Penal de 1931, las ediciones anotadas de la Ley del Trabajo, y del Código de Procedimientos Penales, Ensayos de Historia de México, Breve Historia de México [Una moderna interpretación], Historia de Cuauhtémoc, y Teoría de la Revolución y Dinámica de la historia y frontera interamericana.
Entrevista original, Fondo Rafael Heliodoro Valle, ERHE Expediente 179, octubre de 1935.