ENTREVISTA CON FEDERICO GÓMEZ DE OROZCO
Diálogo con FEDERICO GÓMEZ DE OROZCO-Cortes no estuvo en la Universidad de Salamanca: pero se preparó en el estudio del latín para poder ir a ella. Demostró ser un buen escribano cuando andaba a la flor del berro, y demás? no sería bachiller, pero era latino: y quién lo dice es Las Casas, cuya opinión es digna de que la acatemos.
-Creo que el más hermoso libro que ha salido de las prensas en México es Bibliografía mexicana del siglo xvi por don Joaquín García Icazbalceta. Un gran libro, no sólo por lo que contiene, por la calidad de su edición, sino por su sabor netamente mexicano. No lo han superado aún.
-¡Este es el Cristo que perteneció a don Martín Cortés! ¡Esta fue la espada con que Francisco de Orozco emprendió la conquista de Oaxaca!
Al decir esto los ojos de Federico Gómez de Orozco -el sabio y cientificismo bibliófilo y conocedor del pasado español de México- se iluminan con la rara luz que, según los cronistas de la época, se desprendía de los mástiles aquella noche en que los fuegos de San Telmo dieron la bienvenida en Veracruz al visitador don Tello de Sandoval.
En su residencia apacible de Tizapán -en la que me recibe para charlar sobre tantos temas que acaparan mi curiosidad y que avivan la pasión por conocer las entrañas de algunos días históricos- Federico enciende recuerdos y sabores a tabacos, voluptuosamente en los intervalos de la charla. (El heredero desde su solio infantil promete que también amará los libros y los cuidará, los mostrará y hasta los prestará a sus amigos como lo hace su padre.)
Quiere decir que usted continúa incurablemente enfermo?
-Ya lo ve, mi querido amigo, después de haber vendido mi biblioteca, en la cual pude reunir verdaderas maravillas, aquellas que usted conoció, he resuelto formar otra pues no me desprendí de los libros que tienen dedicatoria y que he querido conservar. Y poco a poco siguen llegándome los que me envían algunos escritores: pero ya no compraré?
Entonces usted ha querido imitar a don Nicolás León, que formó también dos bibliotecas.
Y Federico va mostrándome las más amadas dedicatorias: "A mi fino amigo don Federico Gómez de Orozco bienhechor de esta obra. Mariano Cuevas", dice una; "Dichoso de haber podido asociar mi nombre al suyo ante éste su Códice, vuelvo a don Federico Gómez de Orozco esta sopa de su chocolate con mi invariable gratitud de amistad. Alfonso Méndez Plancarte"; y hay una que aparece impresa en el libro y que dice: "Al ilustre profesor de Paleografía de la Universidad Autónoma de México" y luego la firma del reverendísimo y maestro en artes y letras, nuestro imponderable doctor Agustín Millares Carlo.
-Entre estas reliquias -dice Federico- alguna dedicatoria que Justino Fernández tuvo a bien poner en Tomas de Suria y su viaje con Malaspina. Mire usted esto de don Francisco A. de Icaza agrega risueñamente, devorando recuerdos y nostalgias, porque no puede aún disimular la pena de haber vendido su biblioteca magnífica que por fortuna, ha quedado en México para que todos sigamos usufructuándola.
Gómez de Orozco va mostrándome algunas joyas que son su orgullo y regocijo: el escudo de los Gómez de Orozco en que aparecen las armas de Cortés, del Duque de Alba, señor Enríquez y Toledo y una pintura que representa a San Francisco de Asís y que -según él- es auténtico testimonio de la escuela que fundó fray Pedro de Gante.
Y luego exclama:
-Le enseñaré algo que no conoce? Este es el libro más viejo que tengo por ahora. Como ve, su fecha es de 1251. Es de Barcelona. ¡Nada menos que un breviario! Tengo este otro que es un oficio de difuntos, de 1420, y un oficio de cantos de 1313 que vale la pena conservar como si fuese oro del Potosí. Estos iluminadores, aquellos miniadores, eran algo estupendo?
Conocí un breviario de éstos en poder de don Mariano Bello en los días en que su museo era el mejor motivo para visitar Puebla.
-Estas cuentas de cristal verde y blanco ¿se imagina que son?
¿De alguna virreina barroca?
-Nada menos que las famosas cuentas de cristal que los primeros descubridores ofrecían a los indios a cambio de oro de buena ley.
Debería usted escribir sus memorias. Ya es tiempo. Usted que ha tratado a tanta gente, a quien tanto deben los libros.
-Mi bisabuelo, don Nicolás Carrillo de Altamirano, que era primo de Iturbide, fue quien formó la biblioteca que vendí. Por cierto que él compró a mi abuelo la imprenta de Zúñiga y Ontiveros. Conocí al general Escobedo, claro, siendo muy niño aún; pero me acuerdo bien de él, lo mismo que del general Leonardo Márques, de don Guillermo Prieto, del enorme bibliógrafo chileno don José Toribio Medina a quien me presentó mi padrino don José María Agreda y Sánchez. Aquella vez me quedé viendo a don José Toribio que registraba muchos libros viejos mexicanos?
¿Y cómo inició su trato con los papeles viejos? ¡Cuénteme!
-Mi madre, doña Clotilde de Orozco y Enríquez de Toledo leía mucho, sabía bien el latín. Después don José María Agreda y Sánchez, don Vicente de P. Andrade?
¿Y ahora qué está preparando? Por supuesto que algún libro?
-Lo llamaré De re Bibliográfica. Se trata de una serie de notas que he ido tomando sobre toda clase de libros, sobre problemas y asuntos de la bibliografía mexicana. En él hablaré de mis relaciones con bibliófilos insignes. Le enseñaré el libro de horas de Enrique viii que se publicó en Lyon en 1563. Ahora le voy a enseñar también un manuscrito que es una preciosidad. Don Joaquín (está refiriéndose a García Icazbalceta) citó este manuscrito pero no lo conoció. Yo lo encontré en la biblioteca Andrade.
Lee el título: México gentil por Ignacio Carrillo y Pérez, marcador de la Real Casa de Moneda, 1794 -1800.
Gómez de Orozco explica:
-Este es el séptimo volumen de México católico que presenta relatos sobre los conventos de la ciudad de México. Todo fue sacado de los archivos. Vea lo que dice este libro tan lleno de anécdotas y cosas curiosas?
-"A las 11 de la noche nació Sor Juana."
Se está enfriando la sopa -advierte Carlota- y todos nos apresuramos a obedecerla. Federico evoca en cierto momento al general Porfirio Díaz:
-Le conocí en San Miguel de Peralta. Me hizo muchas preguntas. Andaba él de cacería. Me invitó a comer y me dijo: "Comeremos como dicen los franceses: téte a téte" Hablamos de muchas cosas: no recuerdo todo lo que me dijo: pero debe estar en mis apuntes y ya le contaré.
La vieja mansión en que conocí la primera biblioteca de Federico ha sido transformada, pero de acuerdo con un sabio plan que ha defendido la arquitectura. Todo entorno invita al diálogo a la conversación inacabable. Desde la terraza pueden contemplarse las líneas finas de los montes mexicanos, los árboles de la hermosa huerta en que todo el año maduran frutas que su dueño brinda con goloso entusiasmo a sus visitantes. En nuestra charla viajamos hacia el siglo xvi, cuando ya Tizapán tenía personalidad pues aparece en la Tira de la Peregrinación de los aztecas.
-En la Parroquia de San Ángelo (no San Ángel como ha sido la costumbre decir) pueden leerse algunas partidas de bautismo de mis antepasados. El nombre de esa población fue antes San Jacinto Tenanitla.
¿Quiénes han vivido aquí en Tizapán entre los personajes conocidos?
-Sólo recuerdo a Heriberto Frías. Mis distinguidos vecinos son ahora Miguel Covarrubias y su distinguida esposa Rosita Rolando.
Gómez de Orozco me invita a que admire una vez más dos de las preciosas reliquias del México español que ha sabido conservar en su casa: una imagen de Cristo fabricada en caña de maíz por algún imaginero indígena: y una tina de baño hecha admirablemente en barro cocido y que hace más de cien años fue artículo de lujo.
Me han dicho que usted era uno de los que sabían cuál era el sitio en que se hallaban los huesos de Cortés?
-Yo iba a cumplir el testamento de Cortés. Hasta hable del asunto con uno de los franciscanos de Coyoacán. Mi abuelo quería descansar para siempre en Coyoacán.
¿Se refiere usted a Cortés?
-Por supuesto que sí. En mi libro sobre Doña Marina aparece el cuadro genealógico de mi familia. En el hago constar que descendemos directamente de don Martín el vástago de Cortés y Doña Marina.
¿Y qué es lo que usted sabe sobre el hallazgo de esos huesos?
-Cuando Alamán los escondió en el Hospital de Jesús, tuvo a bien forjar la versión de que habían sido llevados a Italia; pero considerando que España podría solicitarlos más tarde, en cuanto hubo un representante diplomático español en México, se presentó en la legación con la copia de las actas notariales e hizo una relación de su puño y letra sobre todo lo relativo a la exhumación. El acta original y los apuntes de Alamán quedaron depositados en la Embajada. Un empleado inferior de esta tropezó con un expediente que decía "Relativo a Cortés" y lo sustrajo con la intención de vender esos papeles en los Estados Unidos y hasta los propuso a la Universidad de Texas pidiendo por ellos 4,000 dólares. Pero como allá tienen triste experiencia, después de haber tratado con gentes desconocidas, pidieron un testimonio de historiógrafo o de persona de cierta representación y la Universidad cablegrafió a la Secretaría de Relaciones y ésta se comunicó con la Embajada y el embajador se dio cuenta de que los documentos habían sido sustraídos.
Luego habló con dos o tres personas sobre el asunto y se acordó invitar a don Alberto María Carreño para que tomase parte directa en la investigación. El hallazgo iba a efectuarse dentro del mayor sigilo pero la noche en que todo se revelaría, al llegar al hospital nos encontramos con enorme muchedumbre? Ahora tengo un documento muy importante que se relaciona con Cortés.
¿De qué se trata?
-Usted sabe que se ha dicho que Cortés encomendó al cronista López de Gómara la redacción de un libro.
¿Cortés o la familia?
-Cortes mismo. El documento habla del poder que don Hernán dio al cronista para que emprendiera la obra.
¿Y el original en donde se halla?
-Estaba en el archivo del Hospital de Jesús y tendré el gusto de regalarle una copia fotostática.
Desde luego, muchas gracias?
-Aquí tiene usted las constituciones del Hospital de Jesús, de que fue autor don Pedro Cortés.
¿El tercer marqués? ¿De qué año son?
-De 1609.
¿Y cómo va la investigación que ha ofrecido a la Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica?
-Voy a reconstruir, hasta donde sea posible la genealogía de Cortés en su rama de los Marqueses del Valle, y, por supuesto, reconstruiré la de don Martín, que es la mía?
¿Donde murió don Martín?
-En Sierra Elvira, peleando contra los moros que se habían revelado en Granada. Ahora bien, se dice que ha aparecido por allí el testamento de Doña Marina. Aunque lo dudo?
¿Qué sabe usted respecto a las 52 mujeres que, según Martínez Cosío, tuvo don Hernán?
-Creo que es posible que hayan sido más de 52. He averiguado que Cortés era también de apellido Monroy una de las familias de Extremadura. Cortés siempre escondió a sus ascendientes paternos.
¿Por qué?
-Es posible que su padre fuese bastardo. Un hermano de don Martín atacó a los portugueses. La gente que andaba con él quiso desertársele hacia Castilla, pero se detuvieron en el Tajo. Encuentro en ella unos rasgos muy semejantes a los de Cortés. La familia Monroy era por su varonía Rodríguez de las Varillas y ésas eran las armas de esa rama y Cortés las usó, en primer lugar, en su escudo. A Cortés le sucedió lo que a todos los que nacen en un pueblo y más tarde sobresalen. Es muy frecuente que diga que son sus primos: probablemente sí, pero es difícil precisar en qué grado.
Eso podría seguir investigándose en España para tener datos más concretos sobre Cortés. ¿Usted no ha ido a España?
-No la he visitado. Cuando obtuve la beca Menéndez Pidal tuve la mala suerte de que 15 días antes de embarcarme estallara el movimiento de Franco.
¿Y la Comisión del Paso y Troncoso en qué ha quedado?
-Creo que ya no existe.
¿Y cómo se fundó?
-A la muerte de don Francisco decidió Vasconcelos que hubiera en España un investigador en aquellos archivos. Don Francisco se trasladó a España en 1892 con motivo del cuarto centenario del Descubrimiento. Por cierto que le sucedió algo grandioso; decidió casarse con su sobrina y lo que pasa algunas veces con esos hombres que están demasiado metidos en las letras: creyó que le bastaba querer casarse con ella cualquier día, pidió la dispensa eclesiástica, habló con varias personas, escribió a su hermano diciéndole el proyecto que tenía de casarse con su hija; pero con ésta no había hablado nada sobre el particular. La sobrina le escribió diciéndole que para ella tal proposición era una sorpresa, y poco después le dió negativa rotunda. Todo esto explica por qué don Francisco del Paso y Troncoso ante aquella derrota imprevista decidió no regresar a México y así lo anunció al Presidente Díaz. Aquí tiene usted los documentos que comprueban todo lo que le digo y que don Francisco regaló a don Nicolás León, y que éste, poco antes de morir tuvo a bien regalarme. Sobre este asunto nunca se ha hablado en México. Tampoco se sabe qué don Francisco se enamoró de Virginia Fábregas en Europa y claro, ésta le dijo que no.
¿Usted trató a don Francisco?
-Nunca. Quienes sí fueron muy amigos míos y yo los recuerdo siempre, fueron mi padrino don José María Agreda y Sánchez, don Nicolás León, el Padre Andrade, don Luis González Obregón, don Ignacio Villar y Villamil.
¿Y entre los extranjeros?
-Mrs. Nutall, Roberto Ricard, Paul Rivet, los arqueólogos Saville y Morley, el etnólogo Lehman, el bibliófilo Conway.
¿No piensa usted reunir en un libro sus lecciones de Paleografía?
-Tal vez más adelante. Por ahora no veo la posibilidad para ello.
(La producción bibliográfica de Gómez de Orozco es considerable. Además de algunos trabajos que están dispersos en revistas y de algunos prólogos, ha dado a la estampa: La industria papelera en México, Los caballos de los conquistadores, La plaza de Guardiola, La Dama de la Conquista. Bibliografía de Joaquín García Icazbalceta. El desierto de Santa Se de los Carmelitas. ¿Quién fue el autor del Códice Mendocino? El convento franciscano de Cuernavaca. El Códice San Antonio Techalova y las bibliografías de la señora Nutall y del doctor Augusto Genin.)
Se ha dicho que Cortés y Pizarro eran primos?
-Parece que había entre ellos un parentesco muy próximo porque Cortés tenía también el apellido Pizarro. De lo que sí estoy seguro es de lo siguiente: Juan de Rada, uno de los que mataron a Pizarro estuvo en México y Cortés lo envió al Perú con la capa de martas para aquel conquistador y de la que tanto se habla en todas las crónicas de esa época. Cortés le había enviado antes a Roma para que negociara lo del patronato del Hospital de Jesús y también la legitimación de don Martín y de doña Catalina Pizarro: el primero, el hijo de doña Marina y la segunda, que tuvo con una señora española.
-Por algo ha dicho un amigo mío que la diferencia entre los historiadores y los genealogistas está en que los primeros se detienen a la puerta de la alcoba y los segundos entran en ésta?
La tarde caía verticalmente sobre las huertas de Tizapán, en esa hora en que sólo puede escucharse el rumor del agua en las acequias y el canto tímido de alguno de esos pájaros que comienzan a volar, lentamente, hacia la noche. Federico Gómez de Orozco, despidiéndome a la puerta de su residencia señorial, me parecía, como nunca antes, la imagen crepuscular de la erudición.
Entrevista original, Fondo Rafael Heliodro Valle, ERHE Expediente 179, 1942.