IGNAZ FRIEDMAN, UNA DE LAS GLORIAS MUSICALES DEL MUNDO
Diálogo con IGNAZ FRIEDMAN Está en México Ignaz Friedman, uno de los gigantes del piano, el que mejor conoce e interpreta a Chopin. Su llegada obedece al deseo de visitar, por segunda vez, este país y de proseguir su gira que realiza por los países de América.
Friedman se halla en la vigorosa madurez de su inteligencia y en posesión de un dinamismo que le permite realizar verdaderas proezas, como son las de dar un concierto diario durante diez días. Es un viajero alucinado, para quien la geografía ?como nos dijo? es uno de los estudios prácticos más interesantes.
?¿Qué país no conozco?? nos preguntó cuando comenzamos a preguntarle por los que ha recorrido.
Todos, todos los países donde la cultura pone sus destellos y la pasión por la música es razón de vivir. Y así va, por el mundo con un afán incansable de conocimiento, estudiando siempre, porque es un estudioso de asombrosa inquietud. Gracias a ello ha podido emprender tareas que requieren la devosión despótica al arte, la lealtad a los intereses puros del espíritu.
?Entre otras tareas ?nos dice? he logrado revisar todas las obras manuscritas de Chopin, por encargo de la Editorial Breitkopf, de Berlín. Fue algo que que puso a prueba mis energías, pero con cuanta emoción pude dar cima a la tarea.
Y nos informa que en esas labores, que tuvieron fuertes obstáculos, encontró alicientes y estímulos hasta darles digno remate. Hubo de consultar lo que hay en Varsovia, en Berlín, en París, en diversos archivos musicales, y a la vez tuvo que hacer compulsa de textos chopinianos. Uno de los escollos terribles, nos dice, es el que se presenta, por ejemplo, la circunstancia de que en uno de los manuscritos, Chopin hizo correcciones o variantes que en otra copia se encuentran modificados, y a eso hay que agregar las adulteraciones que los ejecutantes y los musicógrafos han hecho a esos textos sagrados.
UNA TEMPORADA EN ISLA DE MALLORCA
Friedman acaba de efectuar una temporada estupenda en Mallorca, nada menos que en Valdemosa, la ciudad crepuscular y fascinadora en que se desarrolló uno de los episodios más cintilantes en la vida de Chopin, cuando Jorge Sand le hacía grata compañía.
-No tan grata que digamos? Pero ¡que paisajes, que gentes, que dialecto el mallorquin! Fue en ese ambiente en donde Chopin escribió, ya muy enfermo, sonatas y nocturnos que son de lo más puro de su obra?
Y mientras esto nos dice, el maestro evoca, emocionado, aquellos rincones paradisiacos, en que el Mediterráneo pone sus esplendores risueños y el sol levantino se complica de mitologías procedentes de Ulises y de los navegantes que señorearon aquellos litorales.
?Cuando me sienta cansado de vagabundear ?advierte? pienso refugiarme en Mallorca y comprar allá una casita para ver desde ella las velas latinas al crepúsculo y seguir mis diálogos con Chopin. Y aquel maravilloso aroma de los almendros en flor?
Por segunda México, sí. Y luego irá al Sur, a las tierras en donde ha hecho noches ardientes de éxitos, en cinco giras en las que Buenos Aires ha sido la meta de luz.
?Sí ?agrega?, tengo varios amigos mexicanos: don Carlos del Castillo, el señor Ponce, el señor Chávez.
¿Y está aquí el señor Ponce?
-Hace diez años que he perdido de vista a muchas gentes de aquí.
CUANDO EJECUTA ES COMO ACERO SOBRE TERCIOPELO
La frase no es nuestra, sino del crítico del ?New York American?: ?Siempre músico brillante y meticuloso, parece tener una especial inspiración. Sus dedos maravillosos recorrían el teclado en rápidos pasajes, con la mayor soltura?.
Oiremos, pues, al egregio polaco, ciudadano del mundo, pianista perfecto. Al que han oído en París, a la par de la Orquesta Colonne, en Londres con la Symphonic Orchestra; en Berlín, con la Filarmónica, en? ¿Pero en que foro no ha resonado este virtuoso?
-Ahora estoy preparando una revisión de las obras de Bach y otra de las de Liszt, por encargo de una institución musical de Viena.
Y hablamos enseguida de las investigaciones que se están emprendiendo para demostrar que hay en América una música precortesiana y preincaica. Y al preguntarle por el número de sus obras nos dice que son más de noventa.
-Vengo a México en calidad de turista, pero no podré prescindir de unas noches de arte en este país de emoción ardiente que ya me hacía mucha falta volver a ver.
Y la conversación sigue vibrando mientras Friedman se siente en México ni más ni menos que como si hubiera vuelto a hallar un tesoro que se le había perdido.
Publicado en ?Excélsior? el 10 de enero de 1932.